lunes, 29 de agosto de 2016

Grandes esperanzas o un clásico olvidado (22)

Y después de casi todo el verano dedicada a otros asuntos, vuelvo a la carga con el reto de lectura y lo hago de la mano del punto 22, o lo que es lo mismo, un clásico olvidado. Como el concepto clásico olvidado es muy ambiguo, he tirado directamente de un clásico que tenía pendiente desde hace un par de navidades.

Dickens, Charles. Grandes esperanzas. Barcelona: Alba, 2014 (4a ed.) 

Empecemos con el resumen. Pip es un pobre huérfano (qué raro en Dickens!!) que vive con su hermana maltratadora y con su cuñado Joe, herrero de profesión y su mayor apoyo en la vida. De muy pequeño, Pip tiene un encuentro con un preso fugado al que ayuda en su huida sin saber que ese hecho lo marcará de por vida. 
Al poco tiempo Pip es llamado a hacer compañía a la Señorita Havisham, una solterona adinerada y excéntrica a la que dejaron plantada en el altar, y su protegida Estella, a la que está educando para que rompa el corazón de los hombres. Pip se enamora al instante de Estella y desde entonces se propone prosperar en la vida para estar a la altura de su amada.
Si embargo, el futuro de Pip parece estar abocado a seguir los pasos de Joe en la herrería hasta que un día le informan que ha sido escogido por un benefactor anónimo que quiere hacer de él un caballero y por tanto debe trasladarse a Londres para estudiar hasta que sea mayor de edad y reciba su fortuna. Eso sí, no debe preguntar por la identidad de su benefactor, y claro, el pobre e ingenuo Pip se imagina que es la Señorita Havisham que quiere educarlo para ser el perfecto marido de Estella.
Pero no... En fin, que Pip se convierte en un niño pijo que se avergüenza de sus orígenes y que, a pesar de los zascas que le da Estella, se esfuerza como loco en ganarse su corazón.
Pasado los años, Pîp conoce la verdadera identidad de su benefactor, que no es otro que el preso al que ayudó a huir cuando era un chiquillo. Todo esto ocurre cuando se entera, además, que Estella se va a casar con otro y consigue partirle el corazón. Se monta un pifostio de la hostia con reproches a la Señorita Havisham, una huida frustradas con su benefactor y un resfriado que casi acaba con él si no hubiera sido por sus amigos sinceros. 
Total, que al final Pip aprende a valorar a las personas por sus actos y los motivos que los llevaron a cometerlos y no tanto por su posición social y fortuna. Final agridulce y moraleja.

Vale, ahora mi opinión. No sé si era por el calor, por que estaba en casa y no cogía el transporte público o por que prefería ver los Juegos Olímpicos pero me daba mucha, pero mucha, pereza ponerme a leer el libro. No es que no me haya gustado, quizás es que no era el momento idóneo para leerlo.
Sí que es verdad que Dicken consigue con gran maestría crear esa atmósfera siniestra y creepy durante toda la novela, sobre todo en las escenas que suceden en presencia de la Señorita Havisham. Pero a veces se me hacía muy rara la lectura.
Creo que el problema principal para que no me haya fascinado el libro ha sido que no he podido empatizar con el protagonista, Pip. Me enervaba cada vez que hacía un desplante a sus amigos de toda la vida por que quería ser algo más.
En fin, ya he cumplido con el clásico y a lo mejor los culturetas se me tiran a la yugular pero no creo que sea un libro de los que me relea. 

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